Qué son las condiciones generales de la contratación?

Todos aceptamos a diario información «irrelevante» de forma masiva a través de contratos (sobre todo) electrónicos y físicamente cuyo contenido desconocemos y la pasamos por alto de manera confiada sin saber cuáles son realmente sus efectos y significado. Cada vez que aceptamos términos y condiciones electrónicos, descargamos redes sociales en nuestro teléfono, contratamos con entidades bancarias y seguros o usamos plataformas de streaming estamos sellando un contrato totalmente válido y efectivo, sujetos a condiciones generales de la contratación.

A pesar de no leer «la letra pequeña», no tenemos ningún reparo en aceptar cuantas condiciones se nos presenten y, en el momento menos esperado, nos topamos con ciertas «irregularidades» mientras disfrutamos de sus servicios,  cuestionando realmente la licitud de ciertas cláusulas y decisiones de la empresa con la que hemos otorgado nuestro consentimiento.

Pero, ¿es esto realmente preocupante? 

El desconocer el contenido de los contratos que aceptamos cotidianamente no significa que debamos proponernos leer hasta la última página de los términos a los que nos adherimos. Se sobreentiende que realmente nadie dedica su tiempo a leer todos los términos porque esta tarea resultaría innecesaria y poco racional. Se ofrece al cliente un acceso a estas cláusulas para que sea capaz de consultarlas cuando las requiera. 

Estas condiciones en ningún momento pueden perjudicar al cliente de manera más gravosa que lo que ya disponen nuestras leyes vigentes, por lo que no es totalmente necesaria la lectura o consulta constante de cada contrato que aceptamos diariamente. Se trata de generar una confianza en los usuarios finales para no perjudicar la actividad contractual libre.
Casos como la sentencia sobre las cláusulas suelo nos demuestran cómo operan estas reglas sobre la abusividad de las condiciones generales e, incluso años más tarde, siempre acaban siendo efectivas y todos los efectos pueden ser revertidos.